En la noche del 19 al 20 de marzo, tras el ataque con misiles de crucero Tomahawk, que impactó en torno a las 21 horas locales, una oleada de ataques aéreos golpeó las fuerzas gubernamentales libias en torno a las 2 horas de la madrugada.
Parte de esa oleada la componían bombarderos invisibles al radar B-2 que despegaron desde EE.UU. y regresaron allí tras los ataques. Tres de ellos lanzaron 40 bombas contra una base aérea que posiblemente sea Gardabya, cerca de Sirte.
Hasta el momento un buen número de bases aéreas permanecían en manos rebeldes: Las bases aéreas «Gamal Abdel Nasser» (Tobruk), Al Bumbah, Martubah, Labraq (al-Beida), y Benina (Bengasi). No todos tienen un elevado valor militar porque en algunos casos se trata de una pista paralela o instalaciones militares en un aeropuerto comercial. Aparte de esas, la base aérea de Masrata se encuentra en primera línea de los combates entre fuerzas gubernamentales y rebeldes por lo que también se puede considerar fuera del control gubernamental.
Así que en manos del régimen de Gaddafi quedan fundamentalmente las siguientes bases:
-Mitiga (muy cercana a Trípoli, al este)
-Aeropuerto Internacional de Trípoli
-Uqba ibn Nafi o Okba Ben Nafi (cercana a Trípoli, al sudoeste)
-Gardabya (en Sirte)
-Sebha y Maaten al-Sarra (en el desierto)
En medio de las revueltas el gobierno libio recolocó varios escuadrones de aviones procedentes de las bases en el este del país, que terminaron cayendo en manos rebeldes, para desplegarlos en las bases en torno a Trípoli y Sirte. Así que se puede decir que el grueso de la fuerza aérea libia se concentraba en Mitiga, Uqba ibn Nafi y Gardabya.
Además es importante considerar que el número de aviones de combate operativos era escaso. Los MiG-25, los cazas más avanzados con los que contó nunca Libia, fueron retirados del servicio hace años. Al igual que los bombardeos supersónicos Tu-22. De los aviones más modernos que quedaban en servicio, los cazas Mirage F.1ED y los aviones de ataque Su-24MK, en condiciones de vuelo quedaban de cada modelo alrededor de media docena. Sin embargo, de los primeros dos huyeron a Malta y de los segundos uno fue derribado por los rebeldes. Sin olvidar que los rebeldes reclaman haber derribado algunso de ellos pero sin que se haya podido confirmar.
Quedaban en manos del régimen unas escasas decenas de cazas MiG-23 en diferentes versiones y aviones de ataque Su-22M3K de dudosa operatividad que la pasada noche con toda seguridad fueron destruidos en sus refugios por bombas guiadas de alta penetración («bunker buster»).