El canal público alemán Deutsche Welle informa sobre cómo «las fronteras porosas convierten a Libia en un santuario radical» y recoge las palabras del alcalde de Ghat, cerca de la frontera con Argelia: «Las fronteras están completamente abiertas. El flujo de drogas y armas entra y sale, y el ejército no tiene la capacidad de atrapar a los contrabandistas o extremistas».
Las tribus se convirtieron en la única autoridad en la región de Fezzam cuando cayó el régimen y actualmente sus habitantes recelan del poder central en la lejana Trípoli, mientras la división local en grupos étnicos provoca acusaciones de racimo. Las tribus tubu controlan la frontera sudoriental libia desde Níger a Sudán mientras las tribus tuareg controlan la frontera sudoccidental libia desde Níger a Argelia. Los grupos locales sienten rechazo por los ex-revolucionarios islamistas integrados en el ejército que el nuevo gobierno despliegue en el sur, aunque el desempeño de esas fuerzas es limitado por su falta de experiencia y aclimatación al terreno.
La zona fronteriza con Argelia se ha convertido en refugio para algunos grupos radicales que huyeron de Mali tras el colapso del dominio yihadista sobre el norte del país y puede que reciban ayuda de simpatizantes locales.